View Single Post
Old 12-01-2010, 01:03 PM   #1
Icewizard
Apprentice
 
Icewizard's Avatar
 
Join Date: Mar 2008
Location: Escribiendo historias...
Posts: 84
Icewizard is on a distinguished road
Default La Travesía de Apolo

Índice

Capítulo 1.- El extraño sueño.
Capítulo 2.- Ida sin vuelta.
Capítulo 3 y 4.
Capítulo 5.- Los regalos caen del cielo.
Capítulo 6.- Caída en picada.

El extraño sueño

Había un niño de mediana estatura, de pelo rubio pálido y ojos marrones. Corría a toda velocidad, como si su vida dependiese de eso. Lloraba a lágrima viva, por ende, sus ojos se habían puesto rojos e irritados. Sus manos estaban ensangrentadas al igual que su espada. Siguió corriendo entre árboles, saltando raíces, atravesó praderas vacías hasta llegar a un acantilado. Debajo de sus pies se oía el romper de las olas sobre las enormes, filosas y mortales rocas. El niño, aterrado, se volteó y vio a sus perseguidores. Eran cinco soldados del ejército espartano, sus armaduras los delataban. Pecheras, hombreras e incluso sus perneras eran de bronce. Cascos con plumas rojas, escudos de casi el mismo tamaño del cuerpo. Eran de baja categoría, soldados novatos.
Uno de ellos portaba un estandarte espartano, orgulloso. Los demás rodearon al niño con sus lanzas y espadas. Luego apareció un jinete detrás de ellos. Su rostro estaba oculto por el plateado casco. Su armadura, también plateada, le cubría todo el cuerpo. Parecía un autómata. Era el capitán y lideraba la caza.
Rió con maldad en su voz y le lanzó al niño una red. Este soltó varios gritos de espanto.

-Suéltenme.- suplicó el niño entre llantos.- No hice nada.-

-No tú, pequeño ateniense, pero esto pasa cuando desafías a los espartanos. Tal y como lo hizo tu mugriento padre.- dijo el capitán.

Los espartanos y ateniense siempre fueron enemigos. Muchos motivos y siempre la misma respuesta. La guerra y rezarle a los dioses.

-¿Qué van a hacerme?- chilló espantado el niño.

-Veremos, si te portas bien quizá te perdonemos la vida.-

Entonces empezó a arrastrar al niño sobre el suelo. Ató la red al caballo, montó y salió al trote a su ciudad.

Apolo, de tez clara, ojos marrones y pelo castaño, despertó sobresaltado. Se tanteó el rostro con las manos y se limpió el sudor. Sentía el peso de la red sobre él, como si él fuese aquél ateniese que se llevaron en su sueño. No es real, se decía una y otra vez en su cabeza. Recorrió la habitación con la mirada. Apolo vivía en una habitación de los cuarteles. Estas eran pequeñas, con paredes limpias de mármol puro. Por la ventana comenzaban a desfilar los primeros rayos del sol. El joven Apolo suspiró. Siempre se despertaba al alba.
Recorrió con la mirada la habitación compartida. Los cuarteles estaban repletos de guerreros y la gran mayoría debía compartir sus habitaciones.

-¡Por los dioses!- gritó.

Solo su mejor amigo Lykaios se despertó.

-¡¿Qué te pasa?! ¡Vas a lograr que nos tiren a los leones!- le dijo nervioso.

-Tuve un sueño muy raro.- respondió Apolo con el corazón latiéndole apresurado.

Su amigo suspiró, cansado.

-No importa, mañana tenemos que entrenar el doble.- bostezó.- Se avisa una guerra contra Atenas, otra vez.-

Esparta había sometido a casi toda Grecia bajo su poder. Muchas veces no necesitaba recurrir a la guerra, ya que una leyenda sobre los espartanos aterraba a todos los reyes; según decía la leyenda, los guerreros espartanos nacían con la bendición de Ares, dios de la guerra y la masacre. Algunos reyes, sin embargo se oponían al sometimiento y tal es el caso de Atenas. Esta ciudad era conocida por su maravillosa arquitectura y por sus sabios. Era la ciudad amada de Atenea, diosa de la sabiduría y el combate.
Desde entonces, ambas ciudades se habían declarado enemigas y se enfrentaban en constantes batallas.

Un cuerno de animal sonó con fuerza, Apolo reconoció el sonido; era el despertador. Los soldados gimieron agotados, hartos de levantarse al alba pero se sentían con un gran orgullo por estar dentro del ejército. Entonces, soportaban cualquier entrenamiento duro.
Una voz grave y ronca retumbaba de habitación en habitación, despertando a los soldados y dando gritos de ánimos. Era el entrenador, quien dirigía sobre el cuartel. Solía llevar una armadura en mejor estado y portaba armas mucho más poderosas. En estos tiempos se veían obligados a participar en combate junto a sus alumnos.

-Vamos señoritas, si quieren acabar con los guerreros atenienses deben entrenar muy duro. Al igual que nuestro señor Ares, la diosa Atenea es hábil en combate. Sería de tontos subestimar a sus tropas.- dijo el entrenador en un gran grito.

Afuera el sol ya brillaba con gran vigor en el cielo e irradiaba cálidos rayos sobre el cuartel. Apolo amaba salir en los días así, ya que sentía una gran energía en él.
En el ejército lo habían enlistado para usar espada y lanza, pero había encontrado su adoración en el arco y la flecha.
Ahora que se acercaba su décimo octavo cumpleaños, el joven comenzaba a ignorar la guerra y sus pensamientos se guiaban a la búsqueda de sus desconocidos padres. Según su general superior; Apolo había aparecido en las puertas del cuartel solo.
Ya terminado el día, cuando el sol se ocultaba, Apolo se acercó a su amigo.

-Lykaios, sabes, hoy estuve pensando en quiénes podrían ser mis padres.- susurró.

Su mejor amigo le lanzó una mirada asesina.

-No pienses en ellos ahora, Apolo, no son importantes. La guerra lo es.- dijo con tono de queja.

-¡Es que ya no importa la guerra!- chilló Apolo.- Voy a tener dieciocho años y no sé nada de ellos.- luego miró al cielo.- Que extraño sería si fuese… un dios.-

Lykaios lo miró y rió. Durante el resto del día no tocaron el tema.

Last edited by Icewizard; 01-03-2011 at 10:23 PM.
Icewizard no ha iniciado sesión   Reply With Quote